Y hoy no sé muy bien de que hablar. Más bien deciros que por nadie debéis apostar. Que poner la mano en el fuego por cualquiera al final hace que os queméis. Daos cuenta de que no todo se basa en la apariencia, de quien menos te lo esperes va a suceder. Cuando crees que nada te puede sorprender viene la vida y te demuestra que estás equivocado, una vez más. No todo lo que reluce es oro aunque a veces no lo veamos porque no queremos. Hay dos tipos de vendas, la que te pones a ti mismo y la que involuntariamente llevas. Esa que no te deja ver más allá de las apariencias y esa que te hace confiar en cualquiera con tal de no caminar solo y sin ver. Aún me queda mucho por aprender, pero estas es una de las lecciones que todos deberíamos saber.